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martes, enero 25, 2005

Muchas veces me pregunto... ¿Dónde terminará todo? Y no sé cómo se me verá desde fuera mientras pienso tal cosa. ¿Pareceré un simple gañan empanado o mis ojos irradiarán ira y desencuentro? Me pregunto si codificaré o no para los demás mi absorto o si tendré algún tic nervioso. Sé que pienso en mi, en mi edad, en lo vivido y en los tiempos en los que no tenía barba ya que ahora sí la tengo. Y luego me veo en una cama, muy viejo y con un entorno un tanto medieval y lúgrube. Y también me veo caminando por la plaza de ahí en frente, en un día soleado que bien podría pertenecer a Semana Santa, sólo y sin muchas cosas que hacer. Tendré unos 50 taquillos y no iré muy a la moda. Sé que llevo las manos en los bolsillos y el pelo oscuro.
Teniendo en cuenta los últimos acontecimientos vividos, ahora cuando pienso en tal cosa me quedo en blanco. Desarmado. Desesperado. Perplejo.
El amor esta supravalorado. Y el trabajo también. Perdemos mucho el tiempo en ellos dejando de lado las cosas importantes. "Cuánta injusticia", dijo el bueno de Gael mientras el avión esperaba.
El sexo está supravalorado pero al menos da gustirrinín.
¿Cómo será mi vida? ¿Lenta? ¿Veloz? Terminaré destrozado... qué puta mierda.

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