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miércoles, enero 26, 2005

Una canción es bonita y te excita y lloras y ríes y flipas de emoción y querrías estar ahi en medio de ese concierto para poder disfrutar y poner imagenes reales a esa melodía. Y eso es maravilloso pero, ¿Y para qué?
Una escena de una película te hace sumergirte en éxtasis desconocidos con anterioridad. Y te preguntas porque "anterioridad" tiene que ser una palabra tan compleja... ¿No es más fácil decir "u"? Y entonces te trasportas hasta el momento en el todo comenzó. Y lees la jodida letra pequeña del contrato de la humanidad y entonces te quedas con la misma cara de gilipollas.
Y un amor te puede llenar, un amor de esos de cafés. Y podés conversar e incluso arreglar el mundo como dos lindos pibitos aún imberbes que creen al mundo en sus manos.
Pero luego se crece y todo es una puta mierda. Das más portazos de los que querrías y volteas más mesas de las que tus riñones desearan. Cubiertos en el aire y luego en el suelo.
Y hay días en los que algo te sorprende para bien y dices: "Jo qué bien". Y es que alguien te deja un hueco en la trama de la tragi-comedia Vida y eso se supone grandioso. Sós un extra más. Tal vez un árbolito en la obra o una piedra o un vendedor ambulante de monos. Y serás el primero en recibir los aplausos, los tímidos aplausos mientras los demás se esperan al final y entre manos enlazadas y reverencias muestran su agradecimiento a un público enloquecido.
Y entonces pensás en que quien se lleva los jaleos también están asociados al género humano y de repente dices: "andalaostia", ¿Y por qué?
Y a la mañana siguiente se te enciende la bombilla y la olvidas en la ducha o mientras peinas tus cabellos o mientras te preguntas por qué uno de tus vecinos se empeña en quitarte cada día, toooodos los días, el ascensor cuando sólo estas a 20 centímetros del pulsador. Y esa bombilla decía algo así como: sé feliz mientras puedas y sé fuerte. Y cómo uno no se ha enterado vive esperando que un día todo mejore, que se obre un milagro que cambie las cosas pero la magia no existe... y eso me recuerda lo siguiente:
Ocurrió hará algún tiempo. Calculo que sería no sé... diría que no pudo ser en otro mes que en el de Abril pero no pondría la mano en el fuego. Sí, creo que fue en Febrero. Tú, que seguro que no me estás leyendo, me hablaste de magia y de trucos. Y me hiciste creer. Y confíe tanto en tí que me volqué en aquella nuestra magia. Dijiste algo así como que se podían hacer desaparecer aviones... que preferías creer en imposibles para mantenerte lejos del mundanismo. Desde entonces lancé hechizos, funambulé con hipotenúsas y creí en coincidencias. Y me quedé ahi para siempre, con mi sombrero de copa y el conejo en la mano. Le puse nombre y no me lo comí por mucho que la gente lo recomendara. Luego te marchaste. Dijiste algo así como que "adios" que a mi me sonó a un "hasta pronto" o puede que fuera al revés. Luego me enteré que podría que fuera un "hasta siempre" o puede que realmente nunca me enterara de gran cosa. Y te fuíste maldiciendo a la magia. Y me quedé sólo, con mi magia rebosando.
Y ahora, mucho tiempo después, estoy aqui "borracho y loco", y dudo de la magia. Sobretodo en todo los tipos de magia que tú me vendiste cuando por aquel entonces perdí mi cascarón y con él mi inocencia. Ni hay Dios ni hay milagros y la magia sólo es un truco de quien se dedica al engaño óptico. El miedo se va perdiendo cuando el ruido te hace escuchar con certeza. De todos modos, exista o no... acabaremos jodidos.
Ojalá la magia, la ilusión... vinieran a buscarme.



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