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martes, febrero 22, 2005

Aqui encerrado no hay monstruos.
He clausurado la puerta con cadenas, cerrojos, sillas, muebles, taquillones, ajos, cebolletas... para que no pase ni Dios. Ni Dios.
Los monstruos andan fuera. Tienen nombres feos. Son muchos y con muy mala ostia. Cada vez que nos hemos topado cara a cara he salido perdiendo. Por eso me he encerrado, para no perder más.
Pero creo que he vuelto a perder porque al cabo de 5 minutos los monstruos están aqui dentro conmigo. En esta mesa y sobre mis rodillas. Subiditos al dorso de mis manos mientras tecleo y en el lugar en el que de vez en cuando me acompañan David angelito y David demontre en los dos, ambos dos, hombros de mi cuerpo.
Dicen que me meta en un rio con dos piedras muy gordas metidas en los bolsillos y que después que lo cruce a nado al estilo mariposa. Qué cabrones que me llaman maricón. O bueno, puede que no sea eso y sepan que ese estilo no se me da muy allá. Malnacidos.
No hay escapatoria. Mis monstruos están conmigo y no me caen nada bien.
Hoy el consuelo tiene forma de nieve y en que yo al menos tengo ventanas.
Quebrados recuerdos de un ayer.

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