<$BlogRSDURL$>

miércoles, febrero 02, 2005

Me cansé. Sí, es cierto. O puede que no y por lo tanto sea incierto. La cuestión es que no voy a intentar sonar poético ni siquiera esteticamente correcto. Me siento mal. Rematadamente mal teniendo en cuenta que sé que podría estar peor. Puede que lo vislumbre o nunca haya dejado de hacerlo desde hace unos años. Puede que haga mío el sufrimiento de los demás. Puede que como estoy acostumbrado a asumir, cada día, todos los días de mi vida, sencillamente no ande muy preparado para el mero hecho de ir sobreviviendo e ir sobrellevando tantas y tantas penurias con las que la vida te (mal) sorprende al menor de los descuidos.
Y bueno, está bien e incluso en las revistas de psicología te aconsejan acerca de cómo aumentar las posibilidades de salvar obstáculos y llegar antes a la felicidad. "No hay que regocijarse en el dolor".
Este espacio fue creado hace algún tiempo con el fin de poder... qué sé yo... siquiera... no sé. Ando bastante decepcionado. Supongo que me hice mayor y mis pies comenzaron a colgar y eso no me gusta. Puede que eche de menos el viejo sillón con todo lo que ello implicaba. Puede que no esté preparado para futuros nuevos sillones "sin vida alguna", sin historia personal alguna.
Y pensar que sólo soy alguien más contando su neura tras no poder superar ciertas taras vitales... ser alguien más no me preocupa. Lo que me preocupa es... ni siquiera lo sé.
Y hoy me cansé de sonar ficticio. De pasear mi melancolía. De ofrecer pesimismo. De permanecer de manos cruzadas y pies colgando ante los días que avanzan en el calendario. Menuda vergüenza. Me harté de decir "puto", "ostia" y "joder" porque yo nunca he dicho esas palabras. No quiero decir más palabras tristes porque supongo que a fin de cuentas siempre seré un chico triste y eso prefiero llevarlo conmigo.
26 años y sigo vivo. Y me cansa la literatura. Me suena a farsa. No sé qué quiero hacer con mi vida. Ni quiero ser trapecista, ni jefe, ni redactor... será que ando un poco carente de ilusiones. Mis días son repetidos y de vez en cuando las malas noticias me sorprenden y me hacen sentir un tanto estafador, un pufo andante, una auténtica escoria inmunda que no merece ni sentir vergüenza de sí misma. Y esto me suena a literatura y me dan ganas de cortarme una de mis manos para tener algo con lo que abofetearme.
Todo es una mierda. La felicidad se olvida y el dolor se conserva. ¿Y para qué cojones ser feliz si una mañana se te jode absolutamente todo?
Me voy y me llevo mi pesimismo, profundo y puede que indeleble pesimismo conmigo.
Mis pies y el nuevo sillón se despiden atentamente. "La próxima vez te enseñaré a tocar una melodía con lo que hayas aprendido". Hasta pronto.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?